31.10.06

Crítica y reivindicación del puntín.

Quienes entendemos el fútbol como una forma de arte que se manifiesta a través de un virtuoso contacto hombre-pelota, sentimos un inexorable rechazo por esa rústica especie de jugador que, mirando obsesivamente el balón, con la insuficiente premisa que el objeto único del juego es el arco rival, arremete en reiteradas oportunidades contra la esfera y la golpea violentamente con la punta del botín; en un fallido intento de dejar atrás, sus fantasmas de goleador frustrado.
Esta acción, se envilece aun más cuando el autor levanta su cabeza –por primera vez en el proceso- para seguir la trayectoria de la pelota con soberbia mirada, como si fuera posible tener algún grado de certeza del alocado bólido, que en raras oportunidades ingresa al arco.
En realidad todos sabemos que, poco se puede esperar de este vergonzoso procedimiento protagonizado por un dedo gordo, que se vale de la involuntaria complicidad de la tensa puntera del botín.
Para regocijo de nuestras almas, hay otra clase de jugadores.
Son aquellos que con un solo movimiento de cintura, hacen que los rivales vayan a buscarlo a un lugar a donde nunca irá; son los que tiran un “caño” tan impecable, que el balón ni siquiera roza los tobillos del contrario; son los que “pican” la pelota con la precisión necesaria, como para que los desesperados manotazos de un arquero adelantado no la alcancen.
Pero hay circunstancias, en que estos virtuosos utilizan el puntín.
Son algunas oportunidades, en que ya dentro del área, quedaron desparramados un par de defensores y enfrentan al arquero.
Esos casos, en que el abatimiento del rival es tal, que su última esperanza consiste en que un exceso de lujo malogre lo inevitable.
Justo en ese instante, el habilidoso aplica el puntín; y de este modo sorprende, congela, fulmina. Transforma la torpeza en virtud y la pelota va adentro del arco, a descansar por unos instantes de tanto gozo.
Valga esta modesta reivindicación del puntín, oscuro recurso que en pies de los artistas, puede transformarse en sorpresa.

6.10.06

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